01.02.2020
Era la tercera vez que veía a los Tiki Phantoms. Su última actuación en Madrid, en la misma sala, me la perdí, y a esta acudí con algunas precauciones. Si teníamos que hacer caso a los Guardianes del Santo Grial, no hay pecado peor que el «surferizar» o «instrumentalizar» ciertas baladas pop, canciones del verano o éxitos de la copla.
Así que me fui con la lata de gasolina y un mechero bic por si había que improvisar una hoguera en el centro de la pista y entre algunos fornidos voluntarios, no necesariamente con la cara cubierta, nos veíamos obligados a echar al fuego a los pecadores enmascarados. No fuera a ser que la situación se fuera de madre y la gente saliese del local sin saber a qué atenerse, con un lío tal en sus cabecitas que no supieran lo que está bien y lo que está mal.
Pero mira tú por dónde, yo acabé encantado. Bueno, yo y el porrón de gente que abarrotaba la Sala El Sol. La lata de gasolina la utilizamos para rellenar mecheros y el mechero para abrir tercios de cerveza.
Ya damos por descontado que los Tiki Phantoms son únicos a la hora de divertir a la gente. Ya contamos con los sacrificios habituales y las tiki-congas, que aunque no nos sorprenden, nos encantan y creo que todos las disfrutamos como el primer día. O aún más si cabe. Pero si en un concierto «tradicionalmente» divertido (y tal como figuraba en su setlist) metemos versiones de «Como una OLLA» (Rocío JURÁSICO) o del «Take On Me» de A-ha, bautizado como «Tiki On Me» de Aharrllll, la cosa se pone desternillante, y el público pierde la escasa compostura que conserva después de sentir como sobre su cabeza pasan, y vuelan, una barca y un cocodrilo hinchables.
A día de hoy seguramente sea esta banda la que mejor interpreta el espíritu lúdico, de diversión y cachondeo que entiendo impregnaba la música surf en sus orígenes (no olvidemos que quienes acudían a los primeros conciertos en California eran adolescentes ávidos de desmadre y jolgorio, deseosos de estampar sus chanclas sobre el suelo de madera de los ballrooms). Y a mí me gusta pensar que el publico suele tener razón (ya, ya sabemos que hay casos sangrantes, pero este no es uno de ellos). Que si sale de casa un sábado de invierno y se gasta su dinerito suele ser para pasarselo bien, y suele acudir a donde tiene muchísimas probabilidades de conseguirlo. Y con los Tki Phantoms acierta. Y encima escucha temas que están muy bien, que todo hay que decirlo.