Lorenzo, como buen anfitrión, siempre trata de buscar un hueco en el caos y el ajetreo del festival para ofrecernos su música. Para mí siempre ha sido una buena ocasión para agradecerle sus desvelos y su buen hacer, y creo que el resto del público lo ve igual. En esa hora que está sobre el escenario le puedes ver feliz, haciendo lo que le gusta y con lo que disfruta. Mientras, nosotros disfrutamos de su maestría a la guitarra, del buen gusto que pone en sus composiciones, y de algo de lo que él siempre presume: que hay mucha reverb y suena muy alto.