CASTOR HEAD en el Let’s Go

12.03.2023

Cuando escucho a Castor Head imagino indios bebiendo agua de fuego, tipis en los que respira el aire viciado por el humo de las pipas, sheriffs de revólver con cachas de marfil, parroquianos reunidos en la barbería, enterradores de luto riguroso y un ataúd apoyado en la pared del salón abarrotado de tahúres. Veo un tren a vapor que cruza un desierto de cactus y serpientes de cascabel, deteniéndose en estaciones pérdidas en paisajes desolados. Viajo en el tiempo a salones  a rebosar de parejas bailando, tímidas jovencitas, alcohol casero, tabaco de mascar, jovenes granujientos y perros  rascándose con desgana. Veo El Progreso cabalgando a lomos de furgonetas polvorientas, escopetas en el asiento trasero y dos enormes cuernos sobre el radiador. Latas de cerveza, gorras manchadas de sudor, y una interminable sucesión de emisoras de country salpicadas con llamadas a la conversión antes del Juicio Final.