18.02.2022
Gigante Panamericana, el último disco de Durango14, tuvo una existencia efímera pero bella, como fuegos artificiales en la noche de la mediocridad. Tras una prometedora e ilusionante presentación en Madrid, el disco de su madurez cayó en el mismo injusto letargo que tantos otros, preso de restricciones, aforos reducidos y cerrojazos.
Pero los chicos de Durango14 han demostrado disco a disco que no son de los que se quedan parados a verlas venir, esperando sentados su próximo duelo al sol. De nuevo se han vuelto a reinventar, a dar un paso más, una nueva vuelta de tuerca en su carrera. La marca de la casa.
Añadiendo a su formación un coro, percusiones y unos teclados (acierto total con Amalia) se han enfrascado en los senderos del soul, en una mezcolanza inusual y un atrevido revisionismo de su trayectoria.
Con bastantes incertidumbres aunque con más ilusiones, se presentaron en la sala Caracol. Y la llenaron hasta arriba. Que una banda instrumental venda cuatrocientas cincuenta entradas la coloca directamente en la primera división. Cosa que, sin embargo, no sorprende, como demostraron respondiendo con un concierto, uno más, puro Durango 14. Pura energía en expansión y sin límite.
Entre el público, fui testigo de como algunos que no les conocían se iban convirtiendo a la nueva religión de la música instrumental, que tiene en ellos desde hace años, a unos de sus mejores profetas. Y como tales, incomprendidos por muchos pero admirados por más.