LOS WINSTON LOBO en el Gruta 77

22 noviembre 2019

Por fin asistimos a la esperada presentación del nuevo disco de los Winston Lobo, «Las increíbles aventuras de los Winston Lobo». Lo primero que llama la atención es el espectacular y cuidado diseño del CD. Amarillos, rojos, azules y negros, explosión de vivos colores coronados por la ilustración creada por el batería de la banda, Ángel Rodríguez Robles, cuya interesantísima obra pictórica os recomiendo conocer. El divertido libreto interior muestra con quién te estás viendo las caras, cuatro tipos aventureros y un poco golfos, que se atreven con todo, incluyendo por supuesto el mezclar en un mismo disco estilos e influencias musicales sin complejos y sin límites.

El álbum tiene un sonido espectacular, sorprendiendo cómo suena esa batería, con un aire retro que me encanta y que se nota que está curradísima en la ejecución y la producción. El bajo de Dani Masa galopa junto a la batería, formando una de las bases rítmicas más potentes que se pueden escuchar hoy en día en el panorama instrumental. El disco no da tregua a lomos de sus dos guitarras, Antonio y Juan, Juan Cabrero y Antonio Cortés, que se muestran muy cómodos en los caminos que van explorando, surcando diferentes tempos y ambientes, seguros de sus posibilidades, convencidos de lo que tienen para mostrar. Y es de agradecer que todos juntos se quiten los corsés que constriñen al género instrumental y se pongan como única regla estricta el que el oyente no se aburra ni se duerma a la tercera canción.  Paradigma de estas transgresiones son, para mí, los temas Noche de Brujas, Tiempos Modernos y La Vuelta a Casa, cuyos estilos me resulta imposible definir ni encasillar.

Sobre el concierto decir que la entrada, tratándose de un concierto instrumental, fue realmente buena, y superó con creces el número habitual de los habituales de la escena. La noche fue a más, en un crescendo increíble, con una retroalimentación entre público y banda que se da raramente en esta escena. Por momentos, se lanzaban los cuatro a tumba abierta, levantando el pie del freno y sonando como una verdadera apisonadora (fueron estos los momentos que más me gustaron, aquellos en los que se soltaban la melena y daban rienda suelta a todo su potencial). Al final, no sabías si estabas en un concierto de una banda surf o  de un combo punk, si a los pogos que se bailaron al final nos atenemos. Buena culpa de esto la tiene el hecho de que junto a sus temas propios eligieron unas versiones que,  independientemente de que las tocan con gran pericia, son sumamente atractivas y divertidas para el público que gasta su dinero y sale de su casa en una noche de lluvia y lo que quiere es disfrutar y sudar al máximo. Y eso lo hicimos, vaya que si lo hicimos

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