No sé si esto es un halago muy ortodoxo, y si tal vez debería centrarme en otros aspectos más académicos y estrictamente musicales, pero quería contar que la veintena de niños que estaban presentes en el concierto y un servidor, disfrutamos como cabrones. Que, en pocas palabras, me lo pasé teta. Que los Tikis además tocan de puta madre, pues también, pero qué coño, a un concierto se va a bailar y a saltar. Y a un niño no le engañas: si no le gusta la música, la baila Rita.
Y el post-concierto, rodeado de buenos amigos y amantes de la música surf, irrepetible